En el siguiente post analizaremos los beneficios la educación musical aporta a los niños atendiendo en primer lugar al desarrollo de las aptitudes musicales, en segundo lugar a los aspectos cognitivo e intelectual, en tercer lugar a la psicomotricidad, a la influencia de las relaciones familiares y por último al desarrollo de la memoria.

Según la teoría del conocimiento de  Jean Piaget, la educación tiene como finalidad el desarrollo integral de la personalidad del individuo, alcanzando el máximo desarrollo de sus capacidades. Desde esta perspectiva,  la educación debe ofrecer variedad de oportunidades tanto físicas como cognitivas adecuadas al momento evolutivo para desarrollar la inteligencia del sujeto. Como señala Furth (1974) el objetivo de un programa educativo es desarrollar la inteligencia. Con esta premisa, autores como Howard Gadner definen la inteligencia como una capacidad que puede convertirse en una destreza y que puede ser desarrollada. Este autor ideó la teoría de la inteligencia múltiple en la que concluye en que todos los seres humanos poseen capacidades intelectuales que funcionan de manera relativamente independiente unas de otras. Entre ellas apunta a la inteligencia musical como la capacidad de identificar con facilidad ritmos y melodías, pudiendo crear, cantar, improvisar, analizar y tocar instrumentos así como expresar emociones a través de ellos. Gadner no niega el componente  genético al definir la inteligencia pero manifiesta que  “puede ser estimulada y desarrollada hasta un adecuado nivel de competencia”.

La práctica musical desarrolla el ritmo, la melodía y la armonía según Willems. También potencia la capacidad sensorial y perceptiva, la capacidad de concentración y relajación y la valoración del silencio según Martenot. La práctica musical desarrolla la capacidad rítmica, motriz y expresiva  a través de movimientos del cuerpo según Dalcroze, desarrollando también la capacidad de entonación y oído interno.

Según Hermann Regner hay “energías potenciales de la personalidad” que  pueden desarrollarse mediante la práctica  y el aprendizaje de la música, lo que denomina talento musical. Añade que en la música hay diferentes ámbitos en los que interviene el intelecto. Un ejemplo de ello es la descodificación de la escritura musical atendiendo a su naturaleza abstracta  puesto que son símbolos que no se corresponden directamente con el sonido. Esta facultad también sirve para percibir las formas musicales y reconocer unidades musicales iguales y diferentes.

Según Kovacs, además de la sensibilidad artística, “la estimulación de la destreza musical posibilita al niño a establecer analogías, fomentar el sentido del humor y la ironía, captar sutilezas, comprender los sentimientos de los demás y expresar los propios”. Para Regner la sensibilidad musical es entendida como la atención, predisposición y facultad de transformar el sonido en una percepción sensorial. La compenetración con el tempo, el timbre, el carácter o el estado de ánimo  que transmite la música implica compartir sentimientos al tocar. La inteligencia musical  se caracteriza por su estrecha vinculación con la sensibilidad y la psicomotricidad.